miércoles, 19 de noviembre de 2008

Se han ido

No se lo van a creer, pero... ¡He seguido con mi historia! Sí, la de Silvia, esa de la Julio. ¿Les suena una sombra? Bueno, pues seguimos ^^


Hace días que se ha ido… me sorprende que nadie se haya dado cuenta todavía. No puedo evitar girarme en cada esquina para asegurarme de que no son sus pasos silenciosos lo que oigo tras de mí. Cada noche me he asomado a la ventana buscando su presencia… Pero se ha marchado, tanto para bien como para mal, mi mal.
Supongo que es sólo cuestión de tiempo, no podrá seguir disimulándose su ausencia. Tengo que decirlo antes de que lo noten, si no doy yo la noticia pensarán que oculto algo, y no deben saberlo.
Mi padre es el que puede que mejor se lo tome, no es de preguntar demasiado, quizás no haya peligro. Si se lo digo lo suficientemente sorprendida puede que de verdad crea que no sé nada.
Encuentro a mi padre en el salón, de pie, con el teléfono en la mano y pálido.
Lo sabe. Seguro que lo sabe.
-Imposible… Dios mío no puedo creerlo.
Tenía que enterarse tarde o temprano. En unas horas la huída de Julio será noticia, y el silencio de Silvia diana para las sospechas. Pobre de mí… Por una vez tendría que haber hablado antes.
-Comprendo lo que quiere decir, sí, claro… -se pasa la mano por la cara, parece muy afectado.
Bueno… ¿Y ahora qué va a pasar? ¿Van a buscar a Julio? No creo que lo encuentren. No sé como funciona eso de la Sombra, pero no creo que salga en los radares.
-Bien, gracias por llamarme tan rápido, agradezco su ayuda… Gracias –papá cuelga el teléfono y mira por unos segundos al infinito, al parecer haciendo un repaso interno de sus sentimientos o de la noticia recibida.
-¿Papá…? - « ¿Ya te has enterado de que mi amigo resultó ser una sombra portadora de tristeza y maldad?».
-Silvia… Hija, ven, siéntate.
¿Sin gritos de sorpresa? ¿Sin reprenderme mi silencio? ¿Sin charla sobre la responsabilidad?
-Papá… Julio se ha ido, ha huido.
Por un momento me mira confuso. ¿Acaso no lo sabía ya? Sus ojos por un momento parecen temer que me haya vuelto loca.
-Silvia… ¿Quién es Julio?
Silencio.
¿Quién es Julio? Pues… ¿Lo ha olvidado? ¿Es una pregunta con trampa? No entiendo nada.
-Papá, Julio… -me detengo al darme cuenta del cambio de situación. Mi pare no recuerda a Julio…- ¿Con quién hablabas por teléfono? ¿Qué ocurre?
Pena. Consuelo. Parece que de pronto mi padre hubiese envejecido muchísimo.
-Silvia, siéntate…
-¿Papá, qué ocurre? Dímelo.
-Silvia…-una lágrima aflora en sus ojos- La abuela nos ha dejado. Al parecer ya era su hora. Finalmente la muerte se la ha llevado, cariño.
Lo escucho, lo entiendo. Lo entiendo tan bien que tiemblo. Julio se ha ido… y se ha llevado a la abuela. Julio vino a llevársela. No volverán; ninguno de los dos.
-¿Hija?
-Se han ido… Se han ido para siempre…
Y lloro.


Continuará...

domingo, 9 de noviembre de 2008

Carta al cielo

***

Hola.
Lamento no hablar contigo más a menudo, dicen que es normal, la distancia y eso, pero de todas formas me siento culpable. Antes hablábamos mucho, bueno puede que no tanto, no te contaba todos mis secretos ni compartíamos cotilleos, pero hablábamos. ¿Sabes algo triste? El otro día quise recordar esos momentos y me di cuenta de que casi no recuerdo tu voz, sólo una ligera idea pero nada más. Y entonces me sentí culpable. ¿Será que no te escuchaba? Algunas veces te ignoré, pero claro es que tú siempre estabas ahí, eras esa persona, esa a la que siempre iba a tener recordándome las cosas, diciéndome que cuidado al cruzar, que estudiase, que me fuese a clase que no llegaba, que comiese más… Pero no me dijiste que te ibas a ir. Debiste avisarme de que era la última vez que nos íbamos a ver. Entonces yo no te habría ignorado, no me habría ido sin apenas mirarte. Si me hubieses avisado me habría quedado contigo, habría cogido tu mano y te habría dicho que te quería. Ahora ya no sé si tú lo sabías, yo no suelo decirlo y esa fue mi última oportunidad.
Sinceramente creo que es un asco esta separación, es una línea que nos hace sufrir. La vida es traicioneramente corta y en cuanto te despistas se te acaba o alguien cercano se te va. ¿Y a mí quién me asegura que volveremos a vernos? ¿Quién puede prometerme que volveré a verte? Nadie. No tengo pruebas ni la menor seguridad en que puedas escucharme desde donde quiera que estés.
Y yo que me he quedado aquí… nada, a seguir a delante, a hacer como si nada. “Es algo natural”, dicen, “no se puede remediar”. ¿Así que no, eh? Pues que bonito. Primero llegamos al mundo sin conocer nada, después nos hacen querer a los que nos rodean, la gente se empeña en darnos cariño y amor, en asegurarnos que nos quieren, y luego… se van, nos abandonan. “Yo te doy la vida, te cuido, te protejo, pero en cuanto menos te lo esperes te voy a dejar sola”. Pues no me gusta.
¡Já! Y yo que pretendía hacerte una carta diciéndote cosas bonitas… Bueno, supongo que “no se puede remediar”.
En fin… ¿Te has dado cuenta de que todo el mundo dice como una virtud lo de ser cariñosa? Pues mira tú que bien… “Ay, es que Laura es tan cariñosa… Qué buena es”. Sí, sí, todo muy bonito pero luego la que más se encariña, la que más cuida, la que más cerca está, es la que más sufre. A ver, no me entiendas mal, no cambiaría por nada ni uno de los minutos que pasé contigo. Esas noches que se supone que yo cuidaba de ti y no al revés, las tardes viendo la televisión mientras me preguntabas que tal las clases… No cambiaría nada de lo que tengo tuyo, nada, por un poco menos de dolor. Porque todo ese dolor es el amor que tengo que te echa de menos.
Vaya, parece que me he ido un poco por las ramas. Esto… Bueno, supongo que ha llegado la hora de despedirse, no un adiós, pues sea verdad o no pienso seguir pensando que me escuchas, pero un hasta luego.
Sólo quería que supieras que me acuerdo de ti todos los días, que lamento no haberte dado más abrazos o haberte dicho más veces que te quería. Lo siento.
Abuela, te voy a seguir echando de menos, y aunque pasen los años y puedas llegar a pensar que ya no te recuerdo, que ya sólo eres fotos viejas en la vitrina, te prometo que voy a pensar en ti más a menudo, que no voy a rendirme al tiempo que me borra tu imagen. Ahora, por favor, no te olvides tú de mí. Guarda al menos un poquito de espacio para mí en tus pensamientos.
Hasta luego.
Mime, te quiero.
Laura

***