lunes, 28 de enero de 2008

Vigilándome

Lo sé, he tardado un poco, pero es que no se me ocurría un final... (ni un principio) XD Bueno, aquí os lo dejo, espero que os guste y que esta larga espera haya valido la pena.


Me temo que ni todas las palabras existentes, en el idioma que sean, servirían para describirlo. No era una persona, ni un animal, ni una planta, ni una cosa... no era nada, pero sin embrago allí estaba, observándome. No puedo entender muy bien mis acciones, pero mis manos se mueven con total confianza y tranquilidad, de eso no hay duda. Abro la ventana, en lo que yo considero una locura transitoria, y me asomo hasta quedar a pocos centímetros de La Sombra. Parte de mí espera, no sin cierto pánico, que mi visitante nocturno se abalance en ese mismo momento sobre mí y me castigue por esta estúpida ingenuidad (por no decir algo pero) de la que me parece estoy siendo víctima. La Sombra gruñe y parece amenazarme con esos grandes ojos que no me quitan la vista de encima. Noto como empiezan a sudarme las manos y dejo de ser inmune al miedo que hasta hace poco me paralizaba. Mi mente aterrada, y por fin de nuevo en posición de alerta, empieza a buscar desesperadamente todas las formas posibles para salir de esta situación. La más obvia es sin duda volver a meter la cabeza en casa y cerrar la ventana a cal y canto, sin embargo la teoría es más sencilla que la práctica. La Sombra me tiene prácticamente atrapada en su mirada, no puedo mover un solo músculo, me aterra incluso respirar.
Para mi horror mi brazo, completamente ajeno a las órdenes que le manda mi instinto supervivencia, se estira hasta alcanzar lo que en teoría sería la cabeza de La Sombra. Trago saliva temiéndome lo que pueda llegar a sentir… Pero no toco nada. No hay nada, estoy viendo a La Sombra con mis propios ojos, pero al parecer sólo es eso, una sombra. Por mucho que muevo la mano no llego a notar nada. Retiro el brazo recuperando parte del control sobre mi cuerpo, ahora además de asustada estoy profundamente intrigada sobre el “qué” y el “por qué” de este ser que…
De repente mis pensamientos son cortados, La Sombra se está moviendo y, es algo increíble, parece como si toda la oscuridad que hasta ahora nos rodeaba se estuviese moviendo con ella. Va sumergiéndose en el bosque hasta que desaparece y me quedo sola, ahora más confusa que nunca.

No me doy cuenta de que el tiempo pasa hasta que de repente y sin que llegue a creérmelo, allí está, el Sol sale y yo no me he movido ni un centímetro de la ventana. He pasado la noche de pie mirando al infinito, con lo pensamientos perdidos en algún lugar que no alcanzo a comprender. Al final, y puesto que Papá entra a mi cuarto a despedirse de mí antes de irse a trabajar (se lleva una gran sorpresa al ver cuánto he “madrugado”), no tengo otro remedio que salir de mi estado de... ¿locura?
Me visto casi sonámbula, sin apenas ver lo que me rodea. Me planteo faltar al colegio y decir que estoy enferma, pero no me apetece que me pregunten sobre cómo me siento, porque en este momento la verdad es que ni yo misma lo sé. Creo que sigue haciendo frío, pero en realidad casi no me doy cuenta, tengo muchísimo sueño, y sin embargo sé que no sería capaz de dormir ahora si lo intentase. Llego al colegio sin recordar haber recorrido el camino hasta él, voy, aunque casi se podría decir que me arrastro, hasta mi clase y me tiro, casi literalmente, sobre mi asiento. Al llegar, Julio me saluda y de nuevo me pregunta como estoy, es una suerte que especifique en la pregunta que se refiere a las heridas que me hice en el bosque, porque si no la pregunta habría sido mucho más complicada de responder.
-Bien, Julio, estoy bien...
-Me alegro- me mira algo preocupado, supongo que debo presentar un aspecto bastante lamentable- Si necesitas algo ya sabes...
Le sonrío todo lo amablemente que puede hacerlo alguien en mi estado hasta que se sienta en su pupitre, desde el cual, por suerte, no puede verme la cara. No soy del todo consciente, pero las horas pasan y los profesores nos hablan de cosas que ahora no tienen mucho sentido para mí. Finalmente Andrés toca esa campanada que he estado esperando. Salimos todos (yo un poco más despacio que el resto) y por fin me siento algo más despejada al respirar de nuevo aire puro. Antes de que Julio pueda decir nada lo dejo atrás y me dirijo hacia mi casa, sólo me apetece meterme en la cama y asegurarme a mi misma que todo lo que ha pasado no ha sido más que un mal sueño. En un estado de somnolencia llegó a mi habitación, no hay nadie en casa y así no tengo que dar ninguna explicación sobre el hecho de que me voy chocando con todo. Dejo la mochila en el escritorio sin preocuparme por demasiado por no tirar lasa cosas que hay sobre él. Me tumbo en la cama y por fin después de más de un día me duermo.
Es de noche, eso está claro. Abro los ojos lentamente e intento situarme. Estoy tumbada en la cama, exactamente en la misma posición en la que me había quedado. Debe de ser muy tarde porque no se oye absolutamente nada, me levanto lentamente llevada por la curiosidad, cojo el despertador y, puesto que no veo absolutamente nada, me lo llevo hacia la ventana intentando aprovechar algo de la claridad que me da la Luna. Son las cuatro de la madrugada. Desde luego mis horarios de dormir se están echando a perder. Sigo teniendo sueño y hace demasiado frío fuera de la cama, así que decido volver a acostarme a ver si consigo dormir hasta que amanezca. Me giro de espaldas a la ventana, pero de repente recuerdo algo, algo entre un sueño y una realidad que desearía no haber vivido. Acerco mi cara a la ventana hasta que veo como se forma el vaho, no, no hay nada fuera. Suspiro liberada en parte de un miedo que hasta ahora nunca pensé que llegaría a sentir por nada. Giro de nuevo la cabeza sólo para asegurarme de que no hay nada y... allí entre dos arbustos, apenas visible, allí está, vigilándome.


Continuará...
(Jiji, retiro lo de Julia, fue un efecto óptico XD)

lunes, 14 de enero de 2008

La sombra en la ventana

Tras un "pequeño" periodo de tiempo consigo terminar la con tinuación. (Que por cierto, en mi modesta opinión, es bastante extensa) Espero que os guste:


Las heridas se van curando, y con la ayuda de Julio nadie se da cuenta de lo ocurrido en el bosque. Por una vez el frío me sirve de algo, al ir tan abrigada casi no se me ve. Las manos y la cara quizás un poco más en el colegio, pero con sólo ajustarme un poco más arriba la bufanda disimulo perfectamente la herida de la mandíbula, que es la más visible y que a pesar de que es pequeña duele muchísimo.
Por fin la campana suena (sí, es una campana de verdad, la toca Andrés el conserje, a cada hora) y escapamos de nuestra retención diaria. Una vez en fuera, lejos de las indiscretas miradas de Alicia y compañía, Julio se me acerca.
-¿Cómo estás?-se coloca a mi lado y me mira la herida de la mandíbula, ahora más al descubierto, con preocupación.
-Bien… Igual de bien que estaba hace media hora, cuando me lo preguntaste por última vez, y la anterior y la anterior a esa…-le sonrío para que vea que no estoy enfadada por su… ¿Cómo decirlo? ¿Sobre-preocupación?- Estoy bien, tranquilo.
-Vale…-parece darse cuenta de su actitud e intenta parecer tranquilo y despreocupado. He dicho intenta.
Llegamos a la taberna y dejamos los libros sobre una silla. En seguida Mateo nos trae una merienda que le quitaría la tontería a la sombra del bosque. De repente una idea me inquieta.
-¿Julio, cómo es que has acabado en este pueblo? Creo que ni sale en los mapas.
Contesta rápido, como si hubiese estado esperando la pregunta.
-Mis padres se han tenido que ir ha trabajar a no-sé-donde en una especie de misión, son policías, y no me podían llevar con ellos. No tenían con quien dejarme, un amigo llamó a un amigo que tenia al primo de otro amigo aquí, y la cosa llegó a oídos de Georgina-osease la abuela- y aquí estoy.
Me parece una historia un tanto… liosa, pero creíble, más o menos.
-Vaya, así que policías… Salvar vidas debe de ser muy emocionante.
-Sí… Pero también es peligroso. Ponen su vida en peligro continuamente.
-Supongo, pero sigue pareciéndome emocionante. Seguro que es tremendo.
-No sé que decirte, vida sólo hay una, y no es bueno tomársela a la ligera. La vida es un bien que se puede perder con suma facilidad.
-Vaya…-le sonrío divertida a pesar de lo serio que se ha puesto- no conocía yo ese lado filosófico tuyo.
Julio se da cuenta del tono de voz que ha adoptado-serio y sincero- así que rápidamente, con una cara un tanto asustada en mi opinión, adopta una postura más relajada.
-Simplemente no me parece divertido, salvan vidas, pero pagan un precio muy alto-me sonríe quitándole importancia al asunto- Bueno, ¿comemos o qué?

Los días cada vez me parecen más cortos, así que en apenas terminamos de hacer los deberes en la taberna tengo que irme corriendo a casa para cenar. Papá ya está allí utilizando todas sus dotes culinarias para preparar la cena.
-Hola Silvia, ¿dónde estabas, cariño?-me da un beso en la frente y vuelve a concentrarse en los calderos.
-He estado haciendo la tarea en la taberna, acabo de terminar.
-Ahh… Bien, bien… Oye Silvia, no te acerques al bosque durante un tiempo ¿vale?
-¿Al bosque? ¿Por qué?- «Lo sabe…»
-No, por nada. Es que han visto algo.
Algo. Creo saber a que se refiere.
-¿Qué quieres decir con “algo”?
Se gira hacia mí, parece preocupado y confuso.
-Aún no estamos seguros, pero ha atacado al perro de Mateo, y las marcas no eran…-traga saliva buscando las palabras adecuadas- no eran… de ningún animal.
Mis recuerdos, traicioneros, me hace ver a la sombra del bosque, quieta y asechando en la oscuridad. Un escalofrío me recorre la espalda.
-Claro papá, de todas formas nunca me ha gustado ir. Voy a acostarme, no tengo hambre.
-Buenas noches, cielo.
Me ducho y me acuesto agotada. Me duele la cabeza y siento el cuerpo cansado, sin embargo dudo que consiga dormirme. Si algo ha atacado al perro de Mateo significa que al fin y al cabo no estoy loca, -es una suerte saberlo- pero me preocupa que las marcas no sean de ningún animal, eso… no es posible. ¿Qué otra cosa si no puede atacar a un perro? ¿Una persona? No creo. A lo mejor debería contarle lo que he visto a papá, puede que ayudase… Casi al instante mi mente desecha la idea, no estoy del todo segura, pero juraría que es el miedo el que me impide hablar. Incluso a mí me suena a disparate, pero creo que si yo misma admito ante otros lo que vi, la sombra se hará real. En ese momento recuerdo mi conversación con Julio, ¿es que ahora me toca arriesgar a mí para ayudar a los demás? Y si así es, ¿vale la pena correr el riesgo? Me revuelvo molesta en la cama quedando cara a cara con la ventana. No me lo puedo creer. Un grito muere en mi garganta a la vez que me parece notar como mis ojos se salen de sus órbitas. Un sombra, o casi mejor dicho, la sombra, está al otro lado de la ventana, juraría que me observa aunque casi no puedo distinguir bien su figura, el frío ha hecho que se empañe la ventana. Me levanto de la cama temblando no precisamente a causa del tiempo y aunque mis músculos no ponen mucho de su parte, me deslizo hacia la ventana, aunque lo hago tan lentamente que dudo que nadie hubiese podido darse cuenta de ello. Muerta de miedo como estoy tardo lo mío en llegar hasta mi destino, la sombra se agita intranquila sin llegar a huir. Veo mi reflejo en el vaho, estoy tan pálida que tardo unos segundos en reconocerme, alargo mi mano hacia la ventana casi inconscientemente pero un gruñido me hace volver a la realidad cuando apoyo los dedos en el cristal, ahora si que estoy segura de que la sombra me está mirando. En una decisión de menos de una fracción de segundo arrastro los dedos sobre el cristal haciendo desaparecer el vaho…
Y lo veo.


Continuará...

Sé que es un poco tarde, pero para a quien no se lo halla dicho ¡Feliz año nuevo!
(Julia sé que te lo has leido, ten cuidado con la información que dejas en tu ordenador)